Esther Francia Alcántara

Esther Francia Alcántara, desde pequeña me había interesado el mundo de las emociones y la psicología, con 15 años escapaba de la escuela para asistir a las clases de psicología de la universidad gracias a un amigo que estudiaba allí. Siempre me apasionó el mundo de la mente y cómo ayudar a las personas a vivir de un modo más tranquilo y equilibrado. Recuerdo que con 9 años, con dos amigas, nos reuníamos cada sábado para averiguar cómo curar las enfermedades. Todos creían que sería médico como algunos de mis familiares cercanos, pero un día al ver sangre, supe que no podía ser médico físico. Y tomé la decisión de profundizar en la mente, realicé estudios de Psicología, así como muchos cursos que tenían que ver con las emociones. Durante la formación aprendí muchas cosas útiles, pero fue la experiencia propia lo que de verdad me ayudó a comprender que todos tenemos experiencias traumáticas y que existen muchas creencias grabadas en el subconsciente que condicionan nuestra vida, comportamientos y actitudes ante el trabajo, las relaciones, la pareja y en nuestro cuerpo. Mi experiencia profesional empezó en el mundo de los negocios pero siempre sentí un vacío y una insatisfacción que me impedía ser feliz. En el año 1990, con el nacimiento de mi primer hijo, decidí profundizar en el mundo espiritual y personal, ayudándome a comprenderlo y hallar mi propia paz. En el año 1998 me atreví a ejercer de modo profesional. Fue justo en ese momento, hace casi 20 años, cuando recibí a través de escritura automática el método ATARAXIA un método de sanación atlante que nos permite transformar las emociones, curar los desequilibrios físicos y recuperar las capacidades y dones de la persona, a través de la terapia regresiva, las esencias de cuarzos y gemas y los campos reticulares. Es importante hallar el origen de nuestros conflictos para poder así desactivarlos. Doy gracias a todo lo que sucedió porque gracias a ello, me dedico a lo que realmente me gusta, a mi verdadera vocación y disfruto cada día de una vida plena y feliz. Y sin duda me siento agradecida por participar en el puente de unión entre ambas medicinas.