Las Flores de Bach para la mujer
Cinzia Picchioni, le Vie del Dharma
A continuación os daré algunos consejos sobre el uso de las Flores de Bach en las varias fases de la vida de una mujer, al menos aquellas que tienen que ver con todas nosotras: menarca (del griego ménos «mes» y arché «inicio»: la primera menstruación, aquella que marca el inicio de la era fértil), dismenorrea (cuando las menstruaciones crean algún problema), menopausia (también ésta del griego menos «mese» y pausa «pausa». Es la pausa de la “actividad mensual”, las últimas menstruaciones que dan inicio a la era sin fertilidad biológica – ¡pero solo biológica!).
He excluido el embarazo, antes que nada porque no tiene relación con todas nosotras, y además porque necesitaría un artículo propio (que llegará en breves) dado a la cantidad de componentes relacionados y por tanto también a todas las Flores que les corresponden.
Convertirse en una “señorita” – la primera menstruación
En Milán, mi ciudad de nacimiento, se solía decir así, elegantemente hablando: «Se ha convertido en una señorita», cuando a la chica en cuestión le venía su primera menstruación. Para algunas era una fiesta, para otras una maldición: significaba hacer la primera visita al ginecólogo, correr el riesgo de quedarse embarazada, verse privadas de 1 o 2 días del mes (nada de piscina, de bicicleta, de viajes... en fin, menos libertad). Por otra parte significaba también que el seno crecería y, en el sentimiento común, empezarían a ser «atractivas» cuanto a «mujeres», entrando por derecho en la categoría.
Algunas mujeres se sienten sucias a causa de la sangre, de la compresa, del peligro de ensuciarse sin darse cuenta... En este caso, para superar la vergüenza infundada, puede ser útil la Flor de Bach Crab Apple, el remedio purificador, que nos ayuda a entender que la menstruación no es algo que da asco, sino al contrario, denota nuestra feminidad y nuestra plenitud.
Si en cambio el menarca se vive como una fiesta, como “empezar a ser grande, por fin”, dejar de sentirse fuera de los secretos hasta el momento susurrados por las otras mujeres de la familia, será útil de todos modos Walnut, la Flor del cambio, que sintoniza con lo «nuevo». La Flor de la nuez, Walnut, ayuda en todas las fases de cambio: desde el cambio de dientes del niño al inicio en la guardería o colegio, en un traslado o como en el menarca (pero también en la menopausia), una nueva fase de la vida.
En “esos” días
Para empezar, llamar las cosas por su nombre nos ayudaría a quitar de las menstruaciones aquella aura de “sucio”, indecoroso, que debe mantenerse en secreto. Cuando nos duele la cabeza no decimos «sabes, ¡estoy en “esos” días»! Decimos «Me duele la cabeza, por favor, no fumes cerca de mí o habla más despacio…». En cambio, si algunos días antes de la primera regla – a causa de normales movimientos hormonales – nos sentimos un poco irritables, se dice enseguida « ¡Ah claro! Está en “esos días”, déjala estar» o «Está histérica», refiriéndose – gracias a Freud, un poquitín machista – al útero (del griego hysteron, útero); como diciendo que en “esos días” (¿y quizás no solo?) razonamos con aquel órgano en vez de con el cerebro. Si nos sentimos irritables, podemos ayudarnos con Impatiens, la Flor de Bach contra la impaciencia (como el mismo nombre indica) y el humor variable, síntomas muy comunes en todas las mujeres durante la fase pre-menstrual.
Si al contrario nos sentimos inexplicablemente deprimidas (a menudo, cuando nos sucede enseguida después de las primeras gotitas de sangre nos decimos; « ¡Ah claro! Tenía que bajarme la regla, ¡ahora entiendo por qué estaba tan triste! ») Mustard soplará para que las nubes grises desaparezcan y volvamos a ver el sol.
Si en cambio nos sentimos más que irritables, y tenemos ataques de ira incontrolables por motivos totalmente banales y “parecemos unas locas” (¡y nos da miedo serlo de verdad!) tenemos Cherry Plum: pone los sentimientos en su sitio y aplaca la tormenta... ¡hormonal! Que es lo que realmente necesitamos. Para ir bien, podríamos usar un diario/calendario donde apuntarnos el inicio y el final de la regla, de modo que, cuando veamos que se acercan “esos días” ya no nos sorprenderá sentirnos tristes, deprimidas, nerviosas o poco lúcidas, y podremos prepararnos mejor, no asumir – si es posible – quehaceres demasiado pesados, reservándonos un día para reposar, leer en el sofá, escuchar música, ir al cine en vez de hacer algo que requiera mucho esfuerzo. Es un modo de respetar el tiempo que es para nosotras que, no olvidemos, está ligado a la Luna y puede ser de gran valor, si lo acogemos y lo utilizamos bien. ¿Con la Luna somos menos racionales pero más creativas? Entonces en los días de la regla cosamos, pintemos, escribamos, en vez de hacer cuadrar los presupuestos.
Convertirse en una «señorona» – la menopausia
No, perdonad el juego de palabras, esta no es una frase hecha milanesa, es que me ha venido en mente que con la menopausia se tiende a engordar un poco, y entonces he pensado en jugar con las palabras: señorita cuando se empieza a tener la regla y señorona cuando se deja de tener.
Además de la Walnut (que, como ya hemos dicho, es el remedio para todos los cambios), puede sernos de ayuda la Flor de Bach Willow, cuando nos supera la melancolía y la autocompasión.
Si en cambio nos sentimos tristes porqué nos parece que “ya no hay nada que hacer”, si vemos delante de nosotros solo el vacío y tenemos la sensación de que es “demasiado tarde” para todo, entonces Sweet Chestnut nos dará un poco de apoyo. Si además nos tomamos Gorse (uno de los “antidepresivos” de las Flores de Bach) volveremos a sentir la confianza y la esperanza, porqué al contrario de lo que creíamos aún hay mucho por hacer y crear, ¡más allá de tener hijos y seducir a hombres! En otras culturas, la mujer con la menopausia es sabia y sagrada, puede dirigir ceremonias que están prohibidas durante la edad fértil, es más escuchada y respetada porqué en este momento está más centrada y menos distraída por ocupaciones familiares. ¿Lo veis? ¡Sigue habiendo camino por recorrer! Todo depende de cómo vivamos este periodo de la vida, que es solo una pausa. Hay que acabar con los miedos, miedo de no ser atractivas, de ya no ser deseadas (porqué ya no somos fértiles), miedo de tener el pelo menos suave, de la sequedad en la piel y en las mucosas, de los sofocos...
A propósito de sofocos (si los hay, que no tiene por qué suceder, yo por ejemplo no he sufrido nunca un sofoco durante mi menopausia), recuerdo que mi madre, con toda su tranquilidad y elegancia, siempre viajaba con un abanico en la mano. Tenía toda una colección y me transmitió el placer de usarlo; ahora, yo también cojo un abanico cuando empieza la primavera, lo pongo en mi bolso y no lo quito hasta el otoño: ¿por qué asumir que debemos sufrir calor y sofocos? Anécdotas aparte, si nos sentimos mal por los excesos de calor debemos tomar Mimulus si ya antes de la menopausia éramos tímidas y nos poníamos rojas fácilmente; o Larch, si cuando llega el sofoco nos parece que todos se hayan dado cuenta; Olive nos servirá para el cansancio (cuando los sofocos llegan por la noche, impidiéndonos dormir bien). También en este caso, si nos sentimos poco atractivas, nos vemos el rostro apagado, nos parece que nadie nos volverá a mirar, ahora que no somos fértiles, Crab Apple es el mejor remedio. Sí, del mismo modo en que empezamos nuestra historia con el ciclo menstrual. ¿O acaso crees que es una coincidencia que las dos palabras menarca y menopausia, tengan la misma raíz?
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